8. La vida es simple

Tienes que tener hijos antes de los 35. Tienes que tener un buen trabajo (para tener hijos, ayuda). Tienes que tener una pareja estable (también ayuda para tener hijos). Tienes que tener un montón de cosas: una casa, un coche, un smartphone.

Vivimos presionados por la sociedad. No es que haya alguien allá arriba que nos diga lo que tenemos que hacer (lo siento, no creo en élites opresoras), sino que nos sentimos presionados porque es lo que tiene la mayoría de la gente. Y la mayoría de la gente lo tiene porque, a su vez, cree que es lo que tiene la mayoría de la gente. Algo así como cuando vas con un grupo de amigos a un sitio que no sabes dónde está, y los sigues pensando que ellos saben dónde está, pero ellos tampoco saben dónde está y te están siguiendo a ti.

No hay nada de malo en tener hijos, un coche o una casa. El problema es tenerlo por encajar con la mayoría o por cumplir las expectativas de otros. Por eso, amigo bala perdida, la vida es simple. Haz lo que te hace feliz y no busques ser algo que no eres.

Y sino mira la charla de este campesino tailandés.

7. You are not LOST, you are HERE

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A veces pensamos que estamos «perdidos» en la vida. «Mira, ése es un bala perdida», dicen. Tonterías. Nunca estamos perdidos. Estamos aquí, y es por algo. Si hacemos un recuento de nuestras vidas nos daremos cuenta de que hemos seguido un camino. Quizás nuestro camino haya sido más sinuoso que el de otros (puede que incluso nos haya enseñado más cosas), pero todo tiene un sentido y un por qué. Sólo cuando seamos conscientes de nuestro camino dejaremos de sentirnos perdidos. Dejaremos de mirar a nuestro alrededor buscando respuestas que sólo están aquí en el camino. Entenderemos quiénes somos y adónde queremos ir.

 

(Perdido, David Wagoner)

Detente. Los árboles frente a ti y los arbustos a tu lado
no están perdidos. El lugar donde estás se llama Aquí.
Y debes tratarlo como a un poderoso desconocido,
debes pedir permiso para conocerlo y ser conocido.
El bosque respira. Escucha. Te responde,
he creado este lugar a tu alrededor,
si te vas, puedes regresar diciendo Aquí.
No hay dos árboles iguales para el cuervo.
No hay dos ramas iguales para el gorrión.
Si el valor de un árbol o un arbusto se pierde en ti,
sin duda estás perdido. Detente. El bosque sabe
dónde estás. Déjale que te encuentre.

 

6. Libres de verdad

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Una vez estaba de viaje. Un viaje sin prisas ni destinos, sólo mi mochila y la libertad.

No tenía responsabilidades ni obligaciones con nadie. Tenía algo de dinero y, si me faltaba, podía trabajar por el camino. ¡Era libre como el aire!

Pero… no sabía qué hacer con tanta libertad. Sentía que tenía que estar viviendo una experiencia impresionante y cuanto más pensaba en qué podía hacer, más confundido estaba.

¿Te suena? Esa es la paradoja de muchos mileniales. Estamos mejor preparados y hablamos más idiomas que ninguna generación anterior. Vivimos en un mundo donde moverse, es más fácil que nunca. Aún no tenemos hijos (la mayoría) que nos amarren. Sin embargo, vivimos frustrados porque no sabemos QUÉ HACER. Incluso nos sentimos culpables porque deberíamos estar haciendo algo grandioso. ¡Deberíamos estar salvando el mundo! (Hmmm… no creo que nadie pueda salvar el mundo) ¡Salvar las selvas tropicales! ¡Los océanos! ¡Parar las guerras! ¡Encontrar el remedio contra el cáncer! De pequeños siempre nos decían que llegaríamos lejos, ahora no podemos quedarnos aquí parados.

Esa paradoja es nuestra gran suerte. Tenemos una oportunidad que otras generaciones no han tenido. ¿Cuantas madres de las generaciones anteriores no viven frustradas porque no han podido tener más carrera que ser madres (y no son reconocidas por eso)? Claro que ser madres les hace felices, y es algo maravilloso, pero a más de una le hubiera gustado poder estudiar también.

Lo que te falta es saber aprovechar tu libertad. En la escuela te enseñaron el Teorema de Pitágoras, el análisis morfosintáctico de las oraciones, a obedecer, ¡algunos hasta a rezar!, pero nunca te enseñaron a encontrar tu camino. Dile camino o vocación, destino, llamada, como quieras. Estás confundido porque sólo miras afuera, ves un montón de cosas interesantes, pero no sabes ver dentro de ti. Hace falta un poco de espiritualidad. No, no se trata de ponerse en plan New Age, aunque a alguno le puede servir. Sino de encontrar el sentido de la vida, tu misión. Eso que a mí me faltaba en cierto momento del viaje.

 

Quienes sí tienen clara su misión en la vida son los árboles. Según Hermann Hesse:

En sus copas susurran el mundo, sus raíces descansan en lo infinito, pero no se pierden en él, sino que persiguen con toda la fuerza de su existencia una sola cosa: cumplir su propia ley, que reside en ellos, desarrollar su propia forma, representarse a sí mismos.

Un árbol dice: en mi vida se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Es única la tentativa y la creación que ha osado en mí la Madre Tierra. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis marcas singulares.

Un árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo hasta el fin del secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación.

5. Como tomar grandes decisiones en la vida

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Whenever you’re called on to make up your mind,
and you’re hampered by not having any,
the best way to solve the dilemma, you’ll find,
is simply by spinning a penny.
No — not so that chance shall decide the affair
while you’re passively standing there moping;
but the moment the penny is up in the air,
you suddenly know what you’re hoping.

(A PSYCHOLOGICAL TIP, Piet Hein)

Cuandoquiera que tengas que tomar una decisión,
y te veas sin saber cuál tomar,
verás que la mejor manera de resolver el dilema,
es tirar al aire una moneda.
No — no es que el azar vaya a decidir la cuestión
mientras esperas ahí parado,
pero en el momento en que la moneda está en el aire,
de repente te das cuenta de lo que esperas.

4. Eternos insatisfechos

Los mileniales nunca estamos a gusto con lo que tenemos. No es que seamos inconformistas de nacimiento, sino que la vida nos hizo así.

Vamos, no esperes a que te cuente el cuento. (No esperes a que nadie te cuente el cuento.) Mira la entrevista con Simon Sinek por ti mismo y saca tus conclusiones.

3. Lo queremos todo

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Somos los primeros nativos digitales: crecimos con ordenadores, móviles y videojuegos. La tecnología nos ha acostumbrado a tener las cosas al momento. ¿Para qué vamos a ir al banco a hacer una transferencia, si lo podemos hacer con un clic desde el móvil? Además, siempre están los viejitos que tardan media hora en comprobar el estado de su cuenta y retirar algo de dinero (total, luego siempre andan pagando con monedas de céntimos en las tiendas). Pero no sólo cuestiones administrativas como transferencias bancarias, también nos hemos acostumbrados a ligar desde el móvil. ¿Tú nunca has entrado en Tinder o similares?

La tecnología también nos ha abierto al mundo. La pantalla del ordenador es una ventana al mundo, desde la cual podemos saber lo que está pasando en cualquier parte. Y hablar a tiempo real con cualquier persona esté donde esté. Eso nos convierte en omnipresentes. Ya no sirve ese refrán: «cada cual en su casa y Dios en la de todos» porque estamos todos en la de todos. Es una fiesta, pero también un agobio.

Sumemos esos dos factores:

(Todo al momento) + (omnipresencia) = Si eres un culo inquieto persona curiosa como yo, y creo que lo eres porque estás leyendo esto, significa que TE COSTARÁ ESCOGER UNA COSA. Hay demasiadas cosas interesantes en el mundo, Facebook no deja de bombardearte con ellas. Ahora el video de un australiano que ha inventado un aparato con el que limpiar los océanos (y piensas: ¡yo también podría inventar alguna cosa útil, estoy desperdiciando mi talento aquí sentado!), luego un post sobre una tribu de la selva amazónica (y piensas: ¡qué ganas de viajar a la selva!). De esa manera se agranda la confusión en la que vivimos a diario, queremos todo y lo queremos al momento. Sin embargo, para la gran mayoría de cosas, aparte de las transferencias bancarias y los ligues vacíos de Tinder, hace falta tiempo y dedicación.

(Entiende que es una simplificación. Facebook puede ser muy útil y de Tinder han salido parejas estables. Tampoco todas las ancianas pagan con monedas de céntimos en las tiendas.)

 

 

2. Milenial

Para empezar, tienes que saber quién eres. Conócete a ti mismo, ya lo decían los griegos.

Eres un milenial. No tiene nada que ver con los reptilianos de las teorías conspiracionistas, ni con los niños indigo de la Nueva Era. Milenial es como se llama la generación de los nacidos entre 1980 y 2000.

¿Qué tiene esto que ver con tu confusión mental? Mucho. ¿Acaso crees que tus padres o tus abuelos se preguntaban «qué hago con mi vida»?

 

 

1. Intro

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Esto va dirigido a ti. Tienes entre 18 y 35. No sabes bien qué hacer con tu vida. No es que no tengas opciones, aunque a veces el futuro te parezca un poco gris. Sino que ninguna opción te convence demasiado.

O estás haciendo algo con tu vida, pero no acabas de estar satisfecho. Algunas mañanas, antes de levantarte, mientras miras al techo aprovechando cinco minutos más en la cama, sientes un vacío. Piensas que la vida tiene más para ofrecer. Facebook te lo recuerda cada vez que echas un vistazo al muro. Fotos de viajes alucinantes o de amigos haciendo cosas increíbles, mientras tú sigues en la misma oficina delante del mismo ordenador.

O quizás eres de los que se fue de mochilero para buscarse y aún no se ha encontrado. Puedes ir hasta el fin del mundo: mientras más buscas menos encuentras.

Tranquilo. No estás solo, somos muchos.

Vayamos por partes.